La historia es un campo de batalla

La historia es una de las armas más ferozmente utilizadas en las guerras ideológicas. Su uso para la legitimación de nacionalismos y totalitarismos, o de las formas de exclusión, que han promovido algunos de los experimentos políticos más radicales y violentos que se han conocido, justifica que muchas veces se la considere un “campo de batalla”, como acertadamente la calificaba Enzo Traverso. Es un tópico afirmar que «la historia la escriben los vencedores», aunque en realidad parecería que la apropiación de la historia es un paso previo y necesario para obtener la victoria política.

Pese a todo, del campo de batalla del s. XX surgieron, también, algunas de las formas más rigurosas de práctica historiográfica que ha conocido la Humanidad. Se trata de formas que nos invitan a concebir de forma global el estudio del pasado, aunando distintas disciplinas (historia económica, social o cultural), e integrando una multitud de actores antaño olvidados: las mujeres, los campesinos, los obreros, los colonizados… Gracias a estos avances, la historia actual ha logrado ampliar su horizonte y sus herramientas conceptuales, para convertirse en patrimonio común de ciudadanos libres, dueños de su pasado y capaces de construir, a partir de él, su propio pensamiento crítico. Así, la historia deja de estar «escrita por los vencedores», para ser posesión comunitaria de sociedades libres y abiertas.

El siglo XXI, como el pasado, se ha iniciado bajo el signo de la incertidumbre. La inestabilidad política internacional, las distintas caras de la crisis (económica, demográfica, ambiental, sanitaria), el crecimiento de nuevos actores globales, las interminables revoluciones tecnológicas…, están desafiando nuestros instrumentos de comprensión del mundo y, de nuevo, se hace patente, con intensidad creciente, el uso de la historia como arma ideológica, como fuente de identidad y, por ello, como un arma para excluir a los enemigos políticos.

Los miembros de la PTI-MEDhis practicamos de forma profesional disciplinas históricas y filológicas. Lo hacemos, además, en campos especialmente susceptibles de la disputa ideológica: la Edad Media, la historia de los judíos y los musulmanes, la relación de España con el pasado andalusí. Estamos, por ello, comprometidos con la dimensión social y política de nuestro trabajo, especialmente relevante en el contexto actual. Para nosotros, la historia sigue siendo una herramienta esencial del pensamiento crítico. Nuestro trabajo consiste en producir conocimiento racional sobre las sociedades humanas del pasado y, con ello, facilitar el acceso crítico de las sociedades del presente a su propia historia.